Querido Padre celestial, tú siempre estás cerca de
nosotros en la tierra, te damos las gracias por todo el amor que le das a
nuestras vidas y así poder tener alegría, aun en toda clase de
tentaciones y luchas. ¡Cuánto nos has dado y con cuánta frecuencia nos
has sacado de la angustia! Una y otra vez has dejado brillar la luz de
la vida. Tú nos das la luz no sólo en cada momento, sino también para el
futuro, permitiéndonos obtener fuerza y seguridad en el presente, el
pasado y el futuro, para la gloria de tu nombre. Amén.