Así que yo les digo: pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu
(7ª y última frase de Jesús en la cruz)
No dirán "mirad, aquí está" ni "allí está",
porque el reino de Dios está dentro de vosotros.
No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.
Muchos son los llamados y pocos los escogidos.
Yo soy el camino, la verdad y la vida.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
Traten a los demás como ustedes quisieran ser tratados.
Esta es la esencia de todo lo enseñado por la ley y los profetas.
Amaos los unos a los otros. En esto conocerán que sois mis discípulos.
El que se ensalce será humillado, y el que se humille será ensalzado.
Vosotros sois la sal de la tierra, pero
si la sal se desvaneciere,
¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para
ser echada fuera y hollada por los hombres.
Cuando des limosna, que tu
mano izquierda ignore lo que
hace la derecha, para que tu limosna
quede en secreto, y tu Padre, que ve en lo
secreto, te recompensará.
Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo
conocimiento de ti, el único Dios verdadero,
y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.
Y otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el Reino de los Cielos.
También a otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos,
Habéis oído que se dijo, Ojo por ojo y diente por diente.
Pues yo os digo, no resistáis al mal, antes bien,
al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele
también la otra, al que quiera pleitear contigo para
quitarte la túnica déjale también el manto, y al que
te obligue a andar una milla vete con él dos.
A quien te pida da, y al que desee que
le prestes algo no le vuelvas la espalda.
Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no
va a la luz, para que no sean censuradas sus obras.
Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede
de manifiesto que sus obras
están hechas según Dios.
En realidad os digo que sé que uno de vosotros me traicionará.
Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado? (Jesús reprende así a Pedro por arredrarse al caminar sobre las aguas)
¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo?.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por
causa de la justicia, porque de
ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los pacificadores,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consuelo.
El mal no es lo que entra en la boca del hombre, sino lo que sale de ella.
Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Por sus frutos los conoceréis.
Nos hartamos de andar por sendas de iniquidad y perdición,
atravesamos desiertos intransitables.
Aquél que esté libre de pecado que arroje la primera piedra.
Todo aquél que hace la voluntad de mi Padre
que está en lo cielos, ése es mi hermano,
y mi hermana, y mi madre.
Felices son los que tienen conciencia de su
necesidad espiritual, puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos.
¡Miren! Los estoy enviando como ovejas en medio de lobos,
por lo tanto, demuestren ser cautelosos como serpientes, y,
sin embargo, inocentes como palomas.
Felices son ustedes cuando los vituperen y los persigan y
mentirosamente digan toda suerte de cosa inicua contra
ustedes por mi causa. 12 Regocíjense y salten de gozo, puesto que grande es su galardón en los cielos, porque de esa manera persiguieron a los profetas antes de ustedes.
Dios amó tanto a la gente de este mundo, que me entregó a mí, que soy su único Hijo, para que todo el que crea en mí no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
No juzguéis a los demás si no queréis ser juzgados.
Porque con el mismo juicio que juzgareis habéis
de ser juzgados, y con la misma medida que
midiereis, seréis medidos vosotros.
Está escrito, No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Como ustedes saben, los que se consideran jefes
de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos
oficiales abusan de su autoridad.
Pero entre ustedes no debe ser así.
Al contrario, el que quiera hacerse grande entre
ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser
el primero deberá ser esclavo de todos.
Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le
sirvan, sino para servir y para dar su
vida en rescate por muchos.
Ustedes han oído que se dijo, "Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo."
Pero yo les digo,
Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen,
para que sean hijos de su Padre que está en el cielo.
Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva
sobre justos e injustos.
Si ustedes aman solamente
a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán?
¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de impuestos?
Y si saludan a sus hermanos solamente,
¿qué de más hacen ustedes?
¿Acaso no hacen esto hasta los gentiles?
Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por mi causa y por el evangelio, la salvará. ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida?
¿O qué se puede dar a cambio de la vida? Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
"Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente."
Éste es el primero y el más importante de los mandamientos.
El segundo se parece a éste, "Ama a tu prójimo como a ti mismo."
De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.
El mal no es lo que entra en la boca del hombre, sino lo que sale de ella.
No juzguéis a los demás si no queréis ser juzgados.
Porque con el mismo juicio que juzgareis habéis de
ser juzgados, y con la misma medida que
midiereis, seréis medidos vosotros.
El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.
Porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.
Nos hartamos de andar por sendas de iniquidad y
perdición, atravesamos desiertos intransitables.
De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados