Querido Jesús, concédeme la gracia del conocimiento propio para que
al examinar con humildad mi propio corazón, descubra mis debilidades
en el Amor Santo. Después, dame la gracia de la valentía para
esforzarme en superar mis fallas a fin de que no tenga que purificarme
de ellas en el Purgatorio. Amén.