Bendita sea Tu Pureza y eternamente lo sea,
pues todo un
Dios se recrea en tan graciosa Belleza. A
Ti, Celestial Princesa,
Virgen Sagrada María, yo Te
ofrezco noche y día: alma vida y
corazón. Míranos con
compasión, no nos dejes,
Madre mía, y danos Tu Santa
Bendición:
En el Nombre del Padre, y del Hijo,
y del
Espíritu Santo.
Amén.