(Esta oración es poderosísima, fue dictada por el Espíritu Santo,
a la Santísima Virgen María, cuando, llevando en su seno virginal la
encarnación del Verbo Divino,
fue a visitar a su Prima Isabel en la
montañas de Judea):
Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu está transportado
de
gozo en Mi Dios, Salvador Mío. Porque ha puesto
los ojos en la bajeza de
su esclava, por tanto ya desde
ahora me llamarán Bienaventurada todas
las generaciones!
Porque ha hecho en mí grandes cosas,
Aquél que es
Todopoderoso, cuyo nombre es Santo y cuya
Misericordia se derrama de
generación en generación,
sobre los que le aman.
Hizo alarde del poder de Su Brazo.
Deshizo las miras del
corazón de los soberbios; derribó del trono a los poderosos y ensalzó a
los humildes; colmó de bienes a los hambrientos y a los ricos los
despidió vacíos.
Acordándose de su Misericordia acogío a Israel su siervo,
según la promesa que hizo a nuestros Padres, a Abraham y
a su
descendencia, por los siglos de los siglos.
Así sea.
Gloria sea dada al Señor!